
Fuimos novios a los 19, amor intenso y lozano; chocolates los Domingos, besos en madrugada. En sus ojos verdes me perdía, horas, buscando el arco iris. Y ella parecía devorar mis versos, aun mi boca.
Y el amor...
Fuimos novios a los 19, era tan natural, tan sencillo y cotidiano. Tan bellamente animal, el rocío nos bañaba sutilmente, como algas, como prado.
Y la dicha...
Y los atardeceres...
Pasaron 20 años.
Nos volvimos a encontrar, por los designios de un travieso duendecillo caprichoso. Pero nuestros ojos reflejaban una neblina extraña, ya no había chocolates ni tesoros escondidos.
Y el cinismo.
Las madrugadas tenían pauta, y los besos reglamento. Con horror ví que sus labios no eran mas que un gran concepto.
Y el rencor.
Y las dudas.
Nuestros cuerpos se habían alambrado, delimitados sentires.
Nuestras salivas estaban formateadas,
nuestras almas adiestradas.
Hoy no hay tiempo para contemplar atardeceres.
Y las culpas.
...........................
Me he distanciado aun a tiempo
de guardar la compostura.
O de perderla, da igual.
(Y el miedo).
"Nos vemos en 20 años" -nos diremos pronto.
Los atardeceres por entonces
nos parecerán muy breves.
Autor: © Eduardo Waghorn H.