
Despacio, lánguido,
posando mi cabeza en la almohada blanca,
sueño que despierto,
o despierto en un sueño.
Todo es absurdo.
Irreal, lleno de preguntas y lamentos...
Los rostros interrogan, miran con ansias,
con anhelos encubiertos.
Y se consagra lo uniforme, lo trivial,
cotidiano insulto a mi pensar,
habitual vivir por respirar.
Desayunan. Algunos se asean, se visten,
se acicalan.
Se transportan, desplazando sus envidias
y agresiones. Sus horrores. Sus miserias.
Se agotan,
se precipitan en su trance diario.
Y no saben
-o fingen no saber-
que todo es absurdo,
irreal, lleno de preguntas y lamentos.
Autor: © Eduardo Waghorn H.
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