domingo, abril 24, 2016

LA ODISEA DE MI SANGRE...

La sangre fluye, todavía
desde siempre, originaria;
se empecina en recordarme
que vivo, en un Programa.

Que existo
que rojizo, todo fluye,
contra corriente, altura, dimensión, visiones:
contra el Administrador Inteligente
que insertaron  en mi alma.

La cicatriz siempre estuvo allí,
en mis narices.

Hay esperanza, un haz de luz.

La sangre es, en efecto,
líquido de estrellas,
en sabio proceso de espesura.
Es la alquimia que guarnece
mis fronteras,
el fin de mi sendero,
el asombro, el parpadeo
que derrama los sentidos.

(El ADN es el lenguaje exacto
que contiene la salida).

Pero la sangre no responde,
no le canta
a mis preguntas impetuosas.
Sólo me lava cobardías,
sólo entumece mi esqueleto,
la pertinaz musculatura
que reflexiona el movimiento.

La sangre cual caudal,
marisma de volcanes
sin edad ni tiempo indemne,
es aquella que en su cofre
me defiende, -oh guerrera fraterna-
contra el ojo omnipotente
que no es más que un vil granjero
presentido, explorado
desde siglos
por ancestros...

Es la sangre que defiende
mi existencia de un obscuro
Administrador Inteligente.

Ante la Cueva de Altamira
hoy he alumbrado la respuesta,
rupestre y futurista.
Para todos los efectos legales,
contemporánea.


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