
Hoy me levanté
sintiendo el aire en mis pulmones,
átomos que invaden
mi ansia de partir:
tienes que vivir.
Hoy el sol cubrió
la ténue y serena
atmósfera de invierno,
el azul no quema, no irradia, está quieto:
tienes que vivir.
Mi cerebro en fuga
no entiende clamores, razones ni entornos;
mi obsesión de torpe te entiende lejana
y derrama , y grita:
tienes que vivir.
Y en vano procuro concentrar mi mente
en mis asuntos, ciego.
No tiene sentido, mas lo tiene todo.
Solo necesito suplicarle al viento,
al frío, a mis días, a lo cotidiano,
a esta cercanía de ensueño, y te llamo.
Y por fin te llamo:
¡Tienes que vivir!
Autor: © Eduardo Waghorn H.