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sábado, enero 14, 2006

María Cristina, profesora de química.



María Cristina, profesora de química,
un Lunes entra al aula volviéndome arrobado.
16 años de fantasías versus 35 de serena vehemencia.
Las clases transcurrían soporíferas, era imposible concentrarme.
La química jugaba un rol implacable, y mi mente que estallaba.

La química , cruel inquisidora.
La pasión arrolladora torturaba mis sentidos.
La represión nada pudo.

Tu invitación llegó sola , viuda negra al acecho del otrora becerrito.
Las clases extras fueron pocas, los cuadernos volaban por el living,
los suspiros por la alfombra.
El maletín de liceo, cínico testigo.
El maletín voyeurista de esos años de locura.

María Cristina, profesora de química,
recorría sutilmente mi geografía estupefacta.
La Tabla de los Elementos jugaba el juego de la vida,

y la sangre de Lalito que emergía.
Mis manos codiciosas procuraban sentir nubes.

La divinidad se hizo materia, las alas se extendieron.
El calor se apoderó de maestra y aprendíz.
La represión nada pudo.

Y el silencio sepultó por siempre aquel rito en feromonas.
Mi poema que al fin lees es volcán que estalla, libre.


La teoría nada pudo contra la piel.








Autor: © Eduardo Waghorn H.